Es un día como cualquier otro en la provincia de Changsha, China. Un grupo de visitantes de la sección americana del parque Ventana del mundo espera para acceder a una de las atracciones principales: un par de resorteras gigantes inspiradas naturalmente en Angry Birds. Cuatro jovencitas jalan una enorme liga, apuntando cuidadosamente a una fortificación construida con tablas de madera y globos en forma de cerdo, ubicada a unos 30 metros de distancia. Disparan y fallan, pero tienen otra oportunidad. Después de todo, sus creadores afirman que la atracción de Angry Birds precisamente otorga felicidad a los visitantes.
Rovio Entertainment, el estudio finlandés creador de una de las franquicias del entretenimiento de más rápido crecimiento de los últimos años, tiene conocimiento de parques temáticos como el de Changsha, pero su estrategia ha sido más inteligente que enviar un avión lleno de abogados a China y prefieren mantener un perfil público sumamente pulcro. La existencia de la compañía está abocada a expandir la marca Angry Birds, y los resultados son estupendos.
De hecho, el éxito que Rovio está teniendo lo ha llevado a rechazar tratos de miles de millones de dólares con empresas como Zynga (el gigante de los juegos sociales), Electronic Arts e incluso Disney. Y estamos hablando de una compañía que sólo tiene variaciones de un juego.
Pero, ¿qué hace tan importante este sencillo videojuego protagonizado por pájaros, cerdos y resorteras, basado en física? Tal vez precisamente la simplicidad y la sencillez sean sus armas secretas. Angry Birds nunca ha pretendido ser otra cosa que un juego divertido, estrategia que ha servido para que más de 500 millones de personas hayan descargado la aplicación a través de iPhone, iPad, Android y como aplicación nativa del navegador Chrome.
No sería descabellado decir que Angry Birds es un fenómeno que ha modificado la industria, desde su salida en 2009. En este breve artículo veremos su aportación dentro de los cientos de opciones del universo de esta área del entretenimiento, además del modo en que hace que virtualmente cualquier persona experimente la emoción de avanzar a través de niveles con dificultad creciente; finalmente discutiremos algunos de los números más interesantes de la franquicia que, claro, es mucho más que una tonta gallina de huevos de oro.
Dándole alas a los jugadores
Los videojuegos son un medio de exclusividades. Distinciones entre tipos de jugadores y modos de juego escapan a la mayoría de la gente; sin embargo, llevan unos 40 años por lo menos en el ámbito del entretenimiento, lo que aunado a la disponibilidad de los smartphones y la ubicuidad de los iPhone como plataforma de juego, ha generado un cambio en las costumbres de la industria.
Si los juegos de video antes eran percibidos como un pasatiempo para iniciados a través de controles con decenas de botones o complicados programas de computadora, desde la aparición de las aplicaciones de estos para celulares comenzó una imparable escalada hacia el mercado masivo.
Un antecedente importante podría ser el famoso Snake de los primeros modelos de Nokia, un sencillo juego de habilidad acumulativa y reflejos donde una serpiente va creciendo conforme devora pequeños puntos. Este tipo de juego apela precisamente a ser un pasatiempo, literalmente, algo que evita el aburrimiento en trayectos largos o en salas de espera. La irrupción de las apps en los smartphones de generaciones más recientes hizo posible que los sencillos juegos de 16-bit tuvieran acceso a gráficas mejoradas, música e incluso pequeños videos, haciendo la experiencia mucho más inmersiva.
El éxito de títulos como Angry Birds o Plants Vs. Zombies radica en una curva de aprendizaje sencilla pero a la vez retadora: alguien que nunca había jugado en su vida de pronto puede avanzar a su propio ritmo, en cualquier lugar donde se encuentre, y sentir que su creatividad tiene incidencia en el desarrollo de las partidas.
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