Esta semana tuve un deja vu: me divertí con un juego para Kinect, sólo para percatarme, al final, de que también era un título horrendo. Ocurrió en 2012 con Steel Battalion: Heavy Armor y me pasó otra vez hoy con Commander Cherry's Puzzled Journey, un extraño juego alemán con mecánicas ingeniosas que terminará en el bote de basura debido a una presentación desafortunada y un concepto excéntrico. Pero al pensar en eso me doy cuenta de que se presta para reflexionar sobre lo que ha pasado con Kinect en general.
Y es que la monótona reputación actual de Kinect obedece, desde mi perspectiva, a que los AAA que lo emplearon fueron incapaces de darle un uso audaz, mientras los pocos que sí lo hicieron no pudieron apuntalar sus propuestas con un aspecto competente o mecánicas suficientemente pulidas como para trascender: Steel Batallion: Heavy Armor y Commander Cherry's Puzzled Journey son 2 ejemplos.
Piénsalo por un segundo: uno de los juegos para Kinect más sonados fue, en su momento, Kinect Star Wars, pero la idea de tomar un sable láser con controles de movimiento era predecible y, al final, pasó sin pena ni gloria, con todo y su robusto presupuesto y enorme campaña mercadológica. Y qué tal Ubisoft con Ghost Recon: Future Soldier... Kinect fungía ahí como herramienta para manipular tu arma mientras la personalizabas ¡Wow! En Forza sirvió para espejear y en NBA 2K, para pedir la pelota; nada precisamente ingenioso o innovador. Todos jugaron a la segura y, de a poco, mataron cualquier posibilidad para el periférico de hacer algo realmente seductor y valioso.
Mientras tanto, juegos como los que dan pie a mi episodio de deja vu fueron precisamente lo opuesto: diferentes, audaces y, tristemente, mediocres.
En el caso de Steel Battalion: Heavy Armor, la idea era demasiado ambiciosa pero rara vez funcionaba como debía. Se trataba de emplear gestos para crear la ilusión de estar al mando de un tanque de guerra. Desafortunadamente, el juego era visualmente gris y sus controles resultaban suficientemente imprecisos como para estropearlo todo, pero cuando operaba y diluías tu incredulidad, la experiencia era algo único en una industria reiterativa, cuya definición de audacia no va más allá de imprimirle dobles saltos a un título de guerra en primera persona.
A lo que voy con todo esto es que Kinect ha sufrido más por acabados conformistas y malas ideas que por el potencial del aparato en sí. Lo cual me conduce a Commander Cherry's Puzzled Journey.
Kinect ha sufrido más por acabados conformistas y malas ideas que por el potencial del aparato en sí
Mientras escribo, noto que alguien le dio 10 (de 100), con lo cual casi siento vergüenza de haberlo disfrutado, pero me pasó lo mismo con Steel Battalion: Heavy Armor. ¿Por qué? Mi teoría es que muchos se dejan llevar por el aspecto o por conceptos extraños y ¿saben qué? Ni cómo reprochárselos. Commander Cherry es tan feo como el demonio y su premisa de yoga combinada con vegetales disuadiría a cualquiera de probarlo, pero yo que tuve que hacerlo me percato de que, como ocurrió con Steel Battalion, hay buenas ideas para Kinect que se pierden debajo de una mala presentación y críticos con poca paciencia. Vaya, estoy hablando de un juego cuyo protagonista es una cereza que debe recorrer un mundo psicodélico habitado por una foca y una coliflor con ojos... no sorprende que muchos lo descarten en un segundo.
Insisto, ni Commander Cherry ni Steel Battalion: Heavy Armor son buenos juegos en el sentido más holgado del adjetivo, pero tampoco merecen un 10 o un 40 de calificación, y en el afán por destruirlos debido a su aspecto se menosprecian ideas interesantes que podrían haber hecho un verdadero aporte a la industria. Commander Cherry, por ejemplo, es un título de plataformas con Kinect y, francamente, ―por más de que le pongan 1 de 100 o 10 de 1000― es un título divertido e ingenioso, al menos lo es más que aquellos que usaron el accesorio para ondear un sable láser o para registrar comandos de voz.
Continúo: en Commander Cherry tienes que completar niveles de plataforma, y para ello empleas una foto que te toma Kinect. El chiste es contorsionarte de la manera exacta para que la cereza saltarina pueda usar el contorno de la foto como escalera o puente, según sea el caso, y así atrapar las esferas regadas en cada escenario. Suena simple y lo es, y también resulta tremendamente divertido, incluso para quienes como nosotros, hemos probado cualquier cantidad de juegos en la última década.
Es el típico juego para fiesta donde la idea es mofarse a expensas de otros, mientras se bebe una cerveza ―o 10―, porque en el afán por ejecutar la pose exacta, uno hace caras raras o ve a otro caerse y sufrir al más puro estilo de Twister. Ese concepto de divertirse en grupo es uno en peligro de extinción dentro de la industria y también debe catalogarse como un acierto para Commander Cherry. En pocas palabras, es un juego muy divertido, quizás el más divertido y físicamente demandante que he probado para el accesorio y sí, también es horrendo, lo cual es una lástima porque precisamente por eso engrosará la lista de títulos fallidos para Kinect y de paso hundirá la reputación del periférico aun más.
Entonces, si Kinect va a seguir vivo ―lo cual es probable porque Microsoft no lo dejará morir tan fácil―, el mensaje para desarrolladores independientes como los de Commander Cherry (que por cierto son solamente 2 personas) es que hagan ese esfuerzo adicional por envolver sus ingeniosas propuestas en buenos acabados visuales porque eso también juega. No basta con una idea interesante en solitario, hace falta una apariencia atractiva (en especial si apela al mercado familiar) y controles precisos, eso es todo. De otra manera, la innovación se va a la basura y es una lástima.
En este caso, por ejemplo, hay que concederle a la gente de Grandé Games el mérito de haber producido una de las pocas experiencias competentes, ingeniosas y divertidas en existencia para Kinect, sin importar si es el primer modelo o el segundo. Lástima por el concepto, pues permitirá que se repita la misma historia que ha marcado a Kinect hasta la fecha: ideas aburridas con buena presentación o audaces y feas.
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