De pronto, apareces en una isla, sin armas, alimentos ni equipo, completamente abandonado, y lo único que puedes ver es un extraño implante en tu brazo izquierdo. A tu alrededor hay vegetación tropical en una playa y un mar puro que se extiende hasta el horizonte. Finalmente, sientes poderosas pisadas detrás de ti: un imponente pero dócil brontosaurio ha decidido comer hojas junto a ti. ¿Estás en el paraíso? Sí, el paraíso de los griefers, porque esto es ARK: Survival Evolved, un juego más en la manía de títulos de supervivencia y crafting con mundos persistentes (Day-Z, H1Z1) pero que gracias a Dios no incluye zombies.
ARK es un Early Access desarrollado y publicado por Studio Wildcard, una pequeña compañía con sede en Washington. Se juega en primera o tercera persona, y en él debes sobrevivir a un mundo sumamente hostil, lleno de dinosaurios carnívoros, insectos venenosos, elementos inclementes y por supuesto montones de griefers, looters y caníbales que intentarán hacerte la vida imposible mientras recoges recursos, subes niveles y fabricas armas y equipo cada vez más complejos. ¿La finalidad? Tener una poderosa tribu, o, si eres un lobo solitario, domesticar decenas de dinosaurios, construir poderosas fortalezas y ser el mejor de los supervivientes.
Mi personaje es un sobreviviente común y corriente: Ayla, llamada así en honor a la protagonista de El Clan del Oso Cavernario, de Jean Auel. Mi primer instinto fue ir a la playa, beber algo de agua y ver qué podía hacer para saciar el hambre de mi personaje. Pronto encontré algunas bayas entre la vegetación, pero obviamente la saciedad no duraba mucho. Así que vi a lo lejos a mi primera cena: un dodo, el mejor amigo del sobreviviente y el único animal al que no parece importar gran cosa que lo maten. Lo golpeé con todas mis fuerzas y obtuve algo de jugosa carne... pero ah, por alguna razón no eres un auténtico bárbaro cavernícola, y comer carne cruda te hace daño, por lo que tuve que ponerme a pensar cómo sacar recursos...
Todo mundo en esta época sabe qué hacer si apareces en la nada y sin cosas: golpear árboles con tus manos. Una vez noqueado el primer árbol que vi frente a mí, obtuve algo de madera y corteza para fabricar una pica... con ella, saqué pedernal de una piedra... con el pedernal y algo de madera y fibra de una hoja, creé un hacha... más tarde, una lanza. Finalmente, tuve los recursos suficientes para construir mi primera estructura: una fogata. Le puse algo de madera como combustible, y preparé mi primera comida: un filete de dodo término medio. Fuego, lanzas, carne: ¿no era acaso el rey del universo? Lamentablemente, el infierno apenas comenzaba.
ARK es un título con un mundo persistente, lo que significa que si te desconectas tu personaje simplemente se queda ahí parado, indefenso. Y si te matan, aparecerás en cualquier otro lugar de la isla, indefenso y desnudo (de nuevo). ¿Qué hacer? La prioridad es construir algún tipo de estructura para vivir, una cama para tener donde respawnear y conseguir alguna forma de defenderte. Pero eso no es fácil. Afortunadamente, tu personaje conserva los niveles que ha ganado y, con ellos, las estructuras que ha construido. Pero todo esto suena más fácil de lo que es. En nivel 1, tu personaje es risible. Apenas salí de mi área de seguridad para explorar, de pronto algo nubló mis ojos: un dilophosaurus, esa cosa con cresta retráctil de Jurassic Park, me echó su asqueroso veneno en los ojos. Escapé de él, pero sin querer caí en un hormiguero lleno de insectos del tamaño de mi pie. GG Ayla.
Cuando mueres en ARK, vuelves a aparecer en alguna locación al azar, a menos que tengas una cama o una bolsa de dormir. Como cosa curiosa, aparecí justo al lado de donde morí la primera vez. El dilophosaurus se había ido. Mi cadáver estaba allí. De pronto me entró la curiosidad: ¿podré devorar mi propio cadáver? Golpeé el cuerpo y obtuve algunos filetes. Horror. En fin, después de este abominable episodio me dediqué a repetir los pasos: pica, hacha, lanza, hoguera, dodo, carne, recogí algo de fibra para tener ropa... Pronto aprendí a fabricar cimientos y paredes de hojas y fibra para tener mi primera choza. ¿Es todo? ¿Ya gané? Lamentablemente, no contaba con el animal más peligroso: el hombre.
Cualquiera que juegue ARK puede notar cómo a lo largo de cualquier costa hay periódicamente 1 o 2 casas. Al inicio, todo a mi alrededor estaba abandonado por completo. Y de hecho, nunca encontré un humano a pesar de ver decenas de construcciones. ¿Dormían o estaban muertos? Decidí no averiguar, pero eventualmente, en mis vagabundeos, llegué a las puertas de una enorme fortaleza. Miedo... Vi que pertenecía a una tribu extraña... Bullies prehistóricos, básicamente. Pero no había nadie. Estaba a salvo.
De pronto en el chat aparecen palabras en una lengua bárbara y desconocida: Quem é você? Escapo, pero me entra la preocupación: ¿qué pasará en cuanto me desconecte? Sigo construyendo lo mejor que puedo mi casa, le pongo una puerta, incluso pongo una pared de picos. Alguien me habla en la realidad, y mientras estoy distraído, comienzan a golpearme... un ladrón intenta acabar conmigo y lo peor es que mi lanza se había roto. Lo golpeo, pero no muere y decido correr... Decenas de metros después, veo que nadie me persigue. Regreso a casa y me doy cuenta de que el ladrón tenía bajo nivel y que a pesar de que estaba armado con una lanza mis puños lo obligaron a correr también. Sólo robó algo de comida, no gran cosa (los dodos abundan). En fin, se acaba mi tiempo de juego y me pongo a dormir... mala elección. A la sesión siguiente, me recibe una pantalla: "Has sido asesinado". Y no sólo me mataron: quemaron mis cosas, mi casa, todo. Brasileños. En fin, aunque destruyan mi cuerpo y mis cosas nunca pueden destruir mi grinding y decido reaparecer en otra locación. Ahora lo sabía: la cuestión es tener una tribu o vivir en un lugar lejos de la barbarie. Como no falho portugués decido lo segundo.
El mundo de ARK es extraño y despiadado. Todo te puede matar hasta una hormiga. En serio. Bueno, es una hormiga del tamaño de tu pie, pero aún así. El mapa de mi servidor, que parece el único que existe, es una especie de isla tropical con ricas costas y un misterioso interior. Básicamente, explorar el interior sin buen nivel, equipo y una montura, es imposible. Mis intentos por encontrar una cueva o un lugar remoto fueron infructuosos: casas, fortalezas y hasta murallas megalíticas con doble puerta metálica prometían más griefing y muerte. Mi búsqueda es inútil: en una ocasión acabo en el patio de un maníaco que cría carnosaurios; en otra, un gigantesco Spinosaurio me hace filetes... ¿lograré avanzar siquiera un poco?
Eventualmente, me entero de que la localización que te dan no es tan al azar: hay regiones y puedes elegir si apareces en el norte, el sur, el este o el oeste. Parece que el norte es la región más hardcore, y el sur es la de noobs. Ante la sobrepoblación del sur y sus tribus hostiles, decido ir al norte. Aparezco en mi nuevo hogar. Una costa frente a un acantilado, alrededor de la cual hay una especie de laberinto de piedra. Ningún humano a kilómetros: las casas están abandonadas; sus dueños, muertos o ausentes... hago rápido progreso. Aprendo a hacer muros de piedra, cajas, morteros, arcos, flechas... y de pronto veo: "Brida de Parasaurio". El Parasaurio es una especie herbívora, veloz y dócil. ¿Podría domarlo? Hice una brida y me acerqué al dino, pero lamentablemente no puedes apañártelo tan fácil. Debes domarlo. ¿Pero cómo?
Entre las muchas moras que recoges durante tus expediciones, existen algunas que se llaman "narcoberries" (¡qué nombre!) y que sirven para hacer sustancias tranquilizantes. Después de fabricar varias flechas con tranquilizante y recoger muchas moras de las buenas, me acerqué al dino... 4 flechas y está en el suelo. Le doy de comer algunas moras y algo de tranquilizante líquido para que no escape... después de alimentarlo varias veces, el juego me informa: ¡has domesticado a un Parasaurio! Le pongo Dinofeliz: por fin tengo un compañero.
Regreso a casa con Dinofeliz, que me sigue. Le pongo la brida y salgo a montar. Es glorioso. Me siento invencible, y por fin puedo cargar todo tipo de materiales fácilmente. Pero no sólo eso. Los malditos Dilophosaurios son inútiles ante Dinofeliz, que los aplasta fácilmente. Me siento súper poderoso: tengo ropa de cuero, flechas de todo tipo, lanzas, hachas. Obtengo los diagramas para hacer cosas metálicas. Pero, ¿dónde conseguir metal? Parece que en las montañas del interior hay vetas. Tomo a Dinofeliz y voy a explorar. Pero la cosa no es tan fácil. Dinofeliz tiene apenas nivel 1. Es poderoso, pero en mi viaje por las peligrosas tierras del interior de pronto noto que alguien me golpea por atrás. "Seguro lo haré trizas", me digo, pero volteo y veo 3 dilophosaurios esperándome con varios insectos. Tomo mi lanza y los ataco, pero en la trifulca de pronto llega un mensaje: "Dinofeliz ha muerto". Acabo con todos los demás atacantes pero ahora estoy solo, herido y perdido. Afortunadamente no tengo tan mala orientación, tengo comida y una cantimplora, y logro llegar a mi choza de piedra. La pérdida de Dino es un duro golpe. ¿Cómo será el futuro? Mientras veo caer el sol, entro en mi choza de piedra: ¿algún día lograré montar un velocirraptor? Tal vez... tal vez...
¿Vale la pena ARK: Survival Evolved? La respuesta es algo mixta. El juego está pésimamente optimizado, al grado de que una GTX660 lo corre en Low (y aquí low son gráficas de Play-Doh). The Witcher corre en Medium-High en un equipo similar. Los menús están rotos: a veces desaparece el cursor; otras, ciertas opciones. Casi ningún proceso es intuitivo, y descubrir cómo hacer cosas, a veces luchando contra los propios comandos, es un dolor de cabeza. En fin, ARK no es para quienes quieren un juego completo: pero casi ningún juego de supervivencia lo es. Es algo más suave y simple que Day-Z, pero las posibilidades son más grandes: una tribu poderosa puede, por ejemplo, secuestrarte con un pterodáctilo y meterte en una jaula como esclavo. Puedes montar dinosaurios, traer metralletas y llenarte de SWAG como todo un gangsta. Puedes ser un gladiador en arenas de la muerte. El componente social, y cierto compromiso adictivo son la clave.
ARK no es un título mediocre ni es otro del montón, pero le falta un largo, largo camino por recorrer antes de ser completamente jugable. La optimización es el problema principal, sin duda. Pero quien quiera arriesgarse (y literalmente es un riesgo: me sacó 2 blue-screens el maldito) obtendrá un juego que al menos lo hará imaginar que está en un mundo salvaje, intentando sobrevivir contra los elementos y la crueldad de nuestros congéneres. En eso, ARK vale la pena: pero le falta mucho para ser de calidad. En fin, espero algún día domar a un velocirraptor y ser el terror de la Isla: por ahora, es tiempo de seguir grindeando.
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