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Advertencia: este blog contiene fuertes spoilers de Bioshock. Leer bajo riesgo propio. No es mi intención arruinarle el juego a nadie.
Se me ocurrió empezar una nueva serie de blogs para discutir los juegos que he terminado en el transcurso del año. Como todo gamer, compro juegos tras leer varias críticas, así que trataré juegos generalmente considerados como buenos. Esto no es una crítica. Es, simplemente, mi opinión y experiencias.
Paseando por un centro comercial de la Ciudad de México en julio del año pasado, me tropecé con Bioshock. Comprar un videojuego en solitario o acompañado de algún amigo gamer es emocionante. Pero en plena cita romántica constituye una difícil decisión: podía ignorarlo y arriesgarme a no volverlo a ver con una etiqueta de 300 pesos, o comprarlo y portar una etiqueta propia de “nerd”.
Opté por la segunda. Lo traje a casa donde pasó los próximos cinco meses en la repisa de mi librero esperando a ser usado—estaba jugando Skyrim.
No soy muy fanático de los shooters en primera persona, especialmente en el Playstation. Sus controles análogos no son lo mejor para el género; prefiero un mouse y un teclado, o, en su defecto, un control de Xbox. Pero ya había oído muchas cosas buenas de Bioshock como para seguir ignorándolo, así que me hice a la idea de hacer del suelo una víctima frecuente de mis disparos, abordé la batisfera, y me sumergí hacia Rapture.
Primera sorpresa: Bioshock podría muy bien ser un survival horror. Rapture es un lugar terrorífico—los restos de una utopía en caos. Al dar mis primeros pasos en esta gótica ciudad tuve que armarme de valor para seguir adelante, especialmente tras encontrarme con sus psicóticos habitantes: los Splicers.
Estos seres que alguna vez fueron humanos (y hasta cierto punto siguen siéndolo) tienen la pésima costumbre de saltar de entre las sombras provocando que uno gaste sus contadas municiones y palabras altisonantes indiscriminadamente; la mayor de éstas lanzada a un dentista que apareció justo detrás de mí en un cuarto donde mi visión se nublaba intermitentemente por nubes de vapor. Luego le tiré los dientes a punta de desesperados llavedetuercazos. Al fin era dentista.
Pasearse por las diversas zonas de Rapture fue un placer, lo que eventualmente me llevó a la primera decepción. Tras adquirir mi primer poder sobrenatural—el fuego—tuve que regresar a territorio antes explorado para entrar a lugares previamente inaccesibles por tener que derretir el hielo que bloqueaba la entrada. Creí que la exploración sería estilo Metroid, pero ésto no se repitió. Creo que los programadores pudieron haber explotado ésto un poco más y hubiera hecho de Rapture un lugar aún más interesante.
La historia también me gustó. Siempre se aprecia una vuelta de tuerca bien orquestada, y Bioshock vaya que la tiene. Pero seguir la narrativa me causó problemas. No me gustan los juegos donde el vehículo de la historia son grabaciones regadas por todo el lugar. Como buen shooter, la acción es frenética, y dichas grabaciones son fácilmente olvidadas tras una pelea a muerte con una multitud de Splicers. Tras terminar el juego y leer la historia con calma me sorprendió todo lo que me perdí. Debí de prestar más atención cuando mi padre biológico reveló su identidad como el mismísimo creador de Rapture.
La moralidad me pareció extremadamente interesante. En otros juegos, las decisiones que inclinan la balanza bueno/malo son muy obvias, pero la manipulación de Atlas sirve de goma que borra esta línea—y cuando finalmente vi lo que estaba haciendo, ya era demasiado tarde para redimirme.
Disfruté mucho Bioshock a pesar de mi minusvalía al jugar shooters; lo suficiente como para mantenerme alerta por cualquier señal de Bioshock 2 a 300 pesos que, ahora sé, no me costará una etiqueta propia.
Adultez gamer.
por Kingcool {"src_avatar":"https:\/\/cl2.buscafs.com\/www.levelup.com\/public\/uploads\/images\/34118\/34118_64x64.jpg","nickname":"Kingcool","user_name":"Mario B","user_link":"\/usuario\/Kingcool","posts":3613,"theme":"default","cover":false,"status":true}
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