Luego de que maestros ingleses se quejaran de que los padres no cuidan los hábitos de juego de sus hijos, el portal de compraventa británico playr2.com decidió aplicar una encuesta para determinar qué tan cierto es esto y, a juzgar por los resultados, quedó en evidencia que efectivamente, la mayoría de los jefes de familia no revisa las clasificaciones y, peor aún, no les importa.
A los padres que tomaron parte se les preguntó si revisaban las restricciones de edad para los videojuegos de los niños antes de permitirles usarlos, a lo cual casi dos tercios o 64% respondió que no. La mayoría de los que respondieron que no, o 55%, simplemente explicó que no pensaba que las restricciones de edad importaran en los videojuegos, indicó el sitio. Para colmo, 51% de los 1,221 participantes todos con hijos menores de edad dijo no sentirse preocupado por la noción de que su hijo jugara títulos para adultos.
Ahora bien, si esto pasa en países europeos, es casi un hecho que la situación en América es similar o incluso peor y se debe fundamentalmente a falta de concientización por parte de la industria en su conjunto. No, no se ha comprobado más allá de toda duda razonable que los juegos estén vinculados con la violencia, pero si un niño de 10 años experimenta con GTA IV podría haber consecuencias negativas, eso es lógico. Hace falta que se pongan en marcha campañas publicitarias orientadas a los padres y cuyo enfoque sea dar a conocer la existencia de la clasificación ESRB y su función, pues estamos seguros de que mucha gente no la entiende o ni siquiera sabe de ella.
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