Accidentada salida de Diablo III causa graves líos en Corea

Tras un catastrófico lanzamiento, Diablo III logró reponerse a las dificultades y después de varios días, ofrecer estabilidad a toda su comunidad; cabe remarcar que no está libre de desperfectos, y en Europa aún se perciben rastros de los problemas, pero en general, la calma está garantizada para que los jugadores se atormenten –sin llegar al extremo de la muerte– en el mundo de Sanctuary. Sin embargo, las eventualidades para Blizzard aún no terminan y en Corea las quejas de los consumidores llegaron a oídos del gobierno, que se decidió involucrarse para forzar a que la compañía restituya a sus compradores por el daño.

El problema creció a tal proporción que autoridades coreanas ejecutaron un operativo para irrumpir en las oficinas de Blizzard en Seúl, dado que la administración del estudio se negó a reembolsar el costo del juego a las personas insatisfechas con la experiencia inicial de Diablo III. Según el rotativo The Korean Times, un vocero de la Fair Trade Comission, órgano gubernamental que vela por la sana competencia empresarial, se emitieron tantas quejas que fue necesario investigar las acciones de Blizzard, con el fin de verificar si el distribuidor sólo estaba mal preparado para el impacto que supuso la afluencia de jugadores o incurrió en negligencia. La indagación también servirá para asegurarse de que la política de no reembolso que ostenta Blizzard, sea acorde con las leyes de comercio electrónico y acuerdos comerciales de Corea del Sur.

Los también creadores de StarCraft dedicaron los primeros días del lanzamiento de Diablo III a levantar nuevos servidores con tal de reducir la saturación, lo que fue insuficiente para amainar las quejas en tierras coreanas. Si la intervención de la FTC resulta efectiva, y Blizzard es imputado con una violación a la ley, no sólo tendría que restituir a sus consumidores, sino pagar una cuantiosa multa al gobierno. Al margen del descontento, Diablo III ha vendido 6.3 millones de copias –y contando–, por lo que cualquier posible pérdida en aquel país de Oriente podría ser mínima en comparación con las ganancias.