Olivia Metcalf, estudiante de doctorado en la Universidad Nacional de Australia, recientemente presentó los resultados de un estudio cuyo fin es determinar si los jugadores asiduos de videojuegos pueden ser diagnosticados como adictos, confirmando que muchos de ellos presentan, al menos, síntomas consistentes con los de dicha enfermedad.
Primero, Metcalf reclutó a 38 jugadores en tiendas de videojuegos, cafés Internet y su propia universidad, todos quienes promediaban entre 10 y 15 horas de juego semanal. De ellos, 60% eran hombres y 40% mujeres, y la mayoría era fanática del género de rol.
Luego les aplicó un cuestionario donde encontró que 20 de los participantes (poco más de la mitad) presentaban síntomas de adicción tales como antojos y otros malestares propios de la abstinencia, cuando dejaban de jugar.
Finalmente, la estudiante les hizo una prueba en la cual los participantes tenían que nombrar el color de ciertas palabras, no su significado. Metcalf notó que a aquellos que habían reconocido tener malestares de abstinencia por no jugar les tomaba más tiempo distinguir el color de las palabras asociadas con el juego, lo que indica que les cuesta trabajo dejar de pensar en dicha actividad.
Encontramos que el sistema de atención de un jugador en exceso le da prioridad a la información de videojuego, explicó Metcalf. Incluso si no quieren pensar en juegos, no lo pueden evitar, agregó.
Como de costumbre, se pueden identificar varios aspectos cuestionables en este estudio, empezando por el hecho de que la muestra es muy reducida. En una investigación, 20 sujetos son insuficientes para hablar de una generalidad y también hace falta tomar en consideración el nivel socioeconómico de los participantes, su educación, si tienen o no antecedentes de desórdenes psicológicos, etcétera. Reiteramos: 20 sujetos no bastan para aventurar un resultado definitivo, pero no es la primera vez ni será la última que académicos o estudiantes conduzcan estudios con parámetros similares.
Comentarios
Mejores
Nuevos