A pesar de que en últimos años ha tenido un tropiezo tras otro, Sonic es ícono del entretenimiento del pixel y tanto en misión redentora como celebrar su vigésimo aniversario, llega a nuestras consolas con Sonic Generations, una antología que reúne lo mejor de sus aventuras y en claro homenaje a la mascota de SEGA, nos recuerda sus tiempos de gloria al revisitar mundos y escenarios clásicos de la serie, además de permitirnos disfrutar la velocidad en máxima escala.

Más allá de aceleración continua, tiempo es una de las palabras que mejor define a Sonic desde su concepción; hora precisa en que apareció para rivalizar con la mascota de Nintendo, momento adecuado para llevar al estrellato a sus creadores y ahora, viaje en el tiempo a cada aventura del pasado. La premisa, y oportuna justificación para incluir escenarios previamente visitados, es que el Dr. Robotnik, eterno némesis del presumido puercoespín, ideó el plan perfecto para detenerlo de una vez por todas, mediante el uso de un dispositivo que arrastra a Sonic y sus amigos a una dimensión de blanca vacuidad, donde intenta borrarlos de la línea de tiempo.

La historia que reúne al regordete y simpático Sonic de antaño con su petulante versión adolescente es, para variar, de lo más trivial, lo grave es que a diferencia de ocasiones anteriores o en comparación con la versión de Xbox 360 y PlayStation 3, en la portátil estereoscópica de Nintendo se presenta de forma deprimente. En lugar de recurrir a cinemáticos generados con el motor de juego y a video prerrendereado (incluidos en sus homólogos de consola casera), lo único que nos guía a través de los eventos es una colección de cajas de diálogo escrito y personajes estáticos. Y es que las capacidades de este dispositivo móvil son suficientes para mostrar algo más esplendoroso que fondos genéricos y retratos mal diseñados.

Narrativa aparte, Sonic Generations intenta crear un vínculo entre la nostalgia de los fans de antaño y la fascinación de una nueva audiencia, labor que ejecuta magistralmente al presentar impresionantes escenarios en 2D con fondos 3D, mientras conserva la esencia de velocidad y perfil de plataformas que caracterizó a las primeras hazañas del acelerado erizo. Convenientemente, no se complica con exploración en ambientes tridimensionales, sólo perspectiva lateral, cuya simpleza en dos dimensiones brinda entretenimiento puro.

Del colorido Green Hill a Casino Night, puedes recorrer siete zonas completamente renovadas con nuevos peligros por superar, enemigos que vencer y trampas a sobrevivir. De primera impresión puede parecer poco terreno para explotar la audacia de Sonic, la realidad es que cada región ofrece varias horas de rejugabilidad. La razón es por demás interesante, toda área temática tienen dos fases, una para el Sonic del pasado y otra para su versión actual; cada una diferente, con desafíos acordes a la habilidad de cada personaje, después de todo, el joven encrespado es menos talentoso que su contraparte. Además de esta distinción, cada zona da pie a un escenario adicional que implica correr dentro de un extenso túnel para perseguir las Chaos Emerald, mientras sorteas explosivos y recoges perlas de energía que alimentan tu hipervelocidad; esto es un simple entretenimiento para descansar de los extenuantes niveles, pero aporta su dosis de frenética diversión.

Aprovechando que mencionamos el asunto de la dificultad, puedes descansar tranquilo si no eres un experto en los juegos de Sonic, pues aunque al inicio encontrarás suficiente reto, la curva de aprendizaje te lleva a aprender –mas no dominar– el truco de repertorios sin torturarte en el proceso; claro, hay un punto en el que de ser pésimo estudiante, lo pagarás con incontables muertes. Al final, la culpa corresponde más al diseño de la franquicia que al de este título en específico, pues es inevitable caer víctima de tantos precipicios y demás riesgos si vas a una velocidad inaudita. El único modo de evitarlo efectivamente se logra tras varios intentos, una vez memorizado el camino y ubicado cada obstáculo. Por más desafíos que imponga, de ser persistente te volverás un maestro, curiosamente esa es la filosofía detrás de Generations, que estimula a lograr los mejores tiempos al acabar un nivel, así como obtener el mayor número de aros dorados, recompensándote con pruebas complementarias y algunos objetos –incluidos música e imágenes– para satisfacer a los fanáticos.

Estos retos suplementarios añadien valor al contenido, imponiendo nuevos objetivos para cada nivel, abarcando recolección de aros, evitar que te golpeen, vencer determinado número de enemigos y otras labores que debes completar a la brevedad posible o antes de que se agoten los segundos del reloj. Y si lo que te causa mayor satisfacción es romper récords, hay una modalidad que lleva registro de tus tiempos, y te seduce a seguir intentando hasta obtener el mejor resultado. Por otro lado, es posible que no te encante competir contra ti mismo, por lo que hay alternativa de correr contra otros jugadores, ya sea por Wi-Fi local o en Internet, y para orgullo de tus proezas hay una tabla de posiciones en la que todo mundo podrá mirar tu desempeño.

Una gran hazaña de la versión para 3DS se expone en las batallas contra jefes. Estos imponentes rivales son interludio de los niveles regulares, y antes de acceder al enfrentamiento debes demostrar tu valía al ganarle a otros vertiginosos personajes, como Metal Sonic o Shadow. Una vez en combate te das cuenta que cada oponente es diferente, tiene su propia mecánica y aunque se atienen a patrones repetitivos, todos exigen lo mejor de las habilidades de Sonic.

Para beneplácito de los detractores del erizo celeste, Generations tiene fallas, la primera y más importante es que aún siendo una excelente representación de lo mejor que puede ofrecer la serie, la falta de innovación evita que llegue a una meta más alta. A esta carencia de originalidad se suman recurrentes problemas en la mecánica y la configuración de los escenarios, que irremediablemente conducen a muertes injustas, además de que la calidad de los niveles es inconsistente, no todos son tan divertidos y emocionantes.

Irónicamente al igual que la trayectoria de la franquicia, la carrera a través de Sonic Generations tiene comienzo fuerte y sólido, deteriorándose lentamente conforme se acecrca al final. Para su buena fortuna es algo superficial, nunca cae al abismo de mediocridad que caracterizó a la serie hace algunos años, si bien los defectos son un tanto tradicionalistas, arrastrados de juegos anteriores. La obsesión por la velocidad de sus creadores dio pie a una entrega que, al igual que Sonic Colors, captura perfectamente el legado original del meteórico personaje, el beneficio por supuesto es entretenimiento frenético para llevar en el bolsillo. Además es agradable encontrarse de nuevo con el viejo Sonic, que en oposición a su nuevo diseño tan presuntuoso y engreído, solía ser carismático y adorable; es bueno tenerlo de vuelta.