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The Curse of Issyos es la nueva propuesta de Locomalito, diseñador indie español notable por el excelente arcade Maldita Castilla, inspirado en Ghouls n' Goblins y los arcades de acción y scrolling de los 80s (llamados "recreativos" en dicho país). En esta ocasión, Locomalito ha decidido abordar un estilo más propio de las consolas caseras de fines de dicha década, con una propuesta de acción que mezcla el mundo de la mitología griega visto por los ojos de Ray Harrihausen y su legendaria Clash of the Titans con las plataformas de mediados de la era de 8-Bits. ¿El resultado? Un título que sale airoso del combate, pero menos brillante que su predecesor por la repetición de fórmulas y un formato un poco menos espectacular que el estilo full-arcade.
Date prisa: la isla de Issyos ha sido maldita por los dioses
¿Cuál es el argumento de Issyos? El pescador Defkalion estaba tranquilo en el mar Egeo cuando la voz de la Diosa Atenea se dirigió a él: "Date prisa: la isla de Issyos ha sido maldita por los dioses". De inmediato, Defkalión temió por el bienestar de su hija, Delia, y se dirigió a las costas de Issyos, en las que este héroe improbable encontrará que las puertas del Hades se han abierto una vez más para desafiar a los mortales para que demuestren que entre ellos todavía existe un hombre dispuesto a pelear por la justicia.
El juego es básicamente una recreación del género de plataformas y acción de fines de los 80, en el estilo de propuestas como Castlevania, The Legend of Zelda II, Rastan, Kenseiden o Rygar, aunque un poco menos lineal e inclemente. Issyos incluye 7 niveles y un nutrido elenco de enemigos y jefes, incluyendo un nivel secreto que puede cambiar el final del juego y una enorme cantidad de items escondidos, easter eggs y demás.
Defkalion tiene a su disposición 2 armas básicas: la espada y la lanza. La primera es más rápida pero con menos alcance, mientras la lanza es lenta pero mantiene a los enemigos a raya. Asimismo, el protagonista puede lanzar flechas (las cuales al inicio parecen sólo un accesorio y luego se vuelven prácticamente la clave para salir victorioso) y puede obtener una armadura la cual, además de aminorar el daño recibido por los enemigos, puede bloquear objetos arrojadizos si te agachas y sostienes el escudo frente a ti. Saltos y ataques precisos son absolutamente necesarios para sobrevivir, y el juego tiene una mezcla particularmente fuerte de plataformas de precisión y combate.
En cuanto al HUD, Issyos maneja un sistema estilo Castlevania, con barra de energía para tu héroe y para los jefes, además de flechas finitas. Sin embargo, los items y el dinero (también importante) no sólo se obtienen de los enemigos sino de cajas que hay que golpear para destruir. En cuanto a diseño de niveles, Issyos es una mezcla entre segmentos lineales y algunos niveles laberínticos de varios pisos en los que hay que recolectar llaves, aunque nada demasiado complicado. Por supuesto, como buen juego de acción ochentero al final de cada escena hay un jefe espectacular (entre los que podemos encontrar al cíclope Polifemo, las harpías o la abominación Caribdis), e incluso puedes explorar un poco la isla de Issyos para comprar items a sus desesperados habitantes.
Issyos es un juego breve, tal y como se estilaba en los 80s: un run del juego tomaría menos de una hora, aunque dominarlo por supuesto es una cuestión de varios días para un novato. El juego está ceñido a las limitaciones de las consolas de dicha época, sin elaboradas secuencias de acción como las que podíamos encontrar en Maldita Castilla y con muy pocos cinemas (nada de Tecmo Theater), una trama incluso más escueta que la de un arcade y patrones un poco rígidos. Sin embargo, el diseño es el de un verdadero veterano en el estilo retro, y no carece de momentos definitivamente memorables. El reto es elevado para el jugador contemporáneo pero de hecho menor al de los juegos que busca emular, lo cual es un acierto considerando que, sobretodo en consolas, parte de la dificultad infernal provenía de las debilidades del diseño y de cierta extensión artificial de la vida de juego para el público casero. El propio Locomalito advierte que la dificultad es menor porque Issyos es un viejo juego de consolas y no un arcade, pero afortunadamente el final secreto ofrece un plus para los verdaderos completistas.
Como lo señala su autor, Issyos no emula ninguna vieja plataforma en concreto, tomando limitantes e inspiración de consolas como el Master System, NES y MSX, aunque saltándose también otras limitantes de dichos sistemas (algunos colores que eran imposibles en la época, etc). El resultado es un estilo faux-retro, altamente disfrutable y estético, aunque quizás artificial para los conocedores y puristas. En cuanto a la inspiración visual, el modelo es por supuesto no tanto la mitología griega sino la obra del genial visionario, utilero y maestro de efectos especiales, Ray Harryhausen, al que debemos obras maestras como Sinbad o Jasón y los Argonautas. Por tanto, no es una mitología clasicista sino fantástica y visionaria, con criaturas mecánicas y seres maravillosos, incluyendo una referencia al famoso robot Bubo de Furia de Titanes. La música, compuesta por el siempre genial Gryzor87, fue compuesta en la herramienta PX Tone de Daisuke Amaya o Pixel, el creador de Cave Story, y presenta un soundtrack un tanto más melancólico y serio que el de su predecesor, como corresponde al estilo de los juegos de acción más oscuros de la época, aunque se echa de menos el vibrante soundtrack de Castilla, pues en Issyos jamás escucharemos algo como el increíble "El Alcázar" de este último.
¿Cuál es nuestro veredicto sobre The Curse of Issyos? En realidad, se trata de otra entrega de muy alta calidad de Locomalito pero también es un poco un paso atrás con respecto al genial Maldita Castilla. Lo diremos como se debe: Maldita Castilla es una obra maestra e incluso mejor que el original Makaimura en cosas como el control y el balance de reto (sí, el original Ghouls and Goblins es una leyenda hardcore pero también está exageradamente roto en varios puntos tal y como lo admitió su diseñador principal, Tokuro Fujiwara, que básicamente insertó muchos elementos de suerte y aleatorización de patrones para que el juego fuera a prueba de vagos de maquinitas). Issyos... se siente menos inspirado, con un soundtrack más apagado, una historia menos carismática y enemigos menos innovadores: enfrentar a un Don Quijote ninja en una biblioteca en llamas me parece más original que enfrentar al milésimo espantajo con capa que lanza pájaros de fuego que he visto en mi vida de jugador.
En resumen, Issyos se siente como uno entre muchos de los juego de acción promedio de las consolas ochenteras, mientras Castilla se sentía como un reto hacia los grandes arcades de la era de oro de Capcom (la secuencia de la carroza es incluso mejor que la de Willow). Y es que el retro moderno debe tener el fin de ser mejor que sus modelos, por blasfemo o paradójico que suene. Locomalito lo logró con Castilla y con L'Abbaye des Morts (mucho mejor que las pesadillas de MSX), pero The Curse of Issyos... se siente como una entrega más promedio. Sin embargo, no puedo dejar de aplaudir este esfuerzo de uno de los grandes maestros de la plataforma Game Maker que existe y, para mí, el mejor creador indie de videojuegos del mundo de habla hispana. Muy recomendable.
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