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Rediseñar un clásico no es tarea fácil, en particular cuando el paso del tiempo dejó su huella avejentando inevitablemente las mecánicas, narrativa y en general, toda la experiencia de juego. Pero después de incontables intentos por revitalizar las raíces de Final Fantasy, con tributos a los primeros juegos de la serie en todas las plataformas conocidas por el hombre, Square Enix ya domina el tema y la consagración de ese talento se dio con Final Fantasy X / X-2 HD Remaster, una edición que no sólo mejora la presentación gráfica del mundo de Spira, sino que agrega contenido interesante y relevante para aquellos que regresan tras haber experimentando la versión original.
Antes que nada, debo decir que Final Fantasy X dista de ser mi entrega favorita de la saga, tanto por la sobreexposición de ciertos personajes sí, incluso más de lo que ya es estándar en los RPG japoneses, como por la infame secuela que desató. Lo diré de otro modo: simplemente no siento empatía con algunos protagonistas, como Tidus, sólo por mencionar el ejemplo más obvio. Con todo, los errores de iteraciones recientes y la clara pérdida de identidad que plaga a Final Fantasy me ayudó a mirar X bajo una luz muy diferente: ya no me queda duda de por qué se mantiene como una de las propuestas más sólidas en su género. La respuesta radica en su mecánica de combate.
A diferencia de la mayoría de los intentos por reinventar el JRPG, Final Fantasy X se limitó a perfeccionar los fundamentos y ofreció plena libertad de decisión. A primera vista, el sistema de batalla peca de simple, sobre todo al compararlo con las intrincadas dinámicas que se acostumbran últimamente, pero su virtud se vale de esa simpleza. No hay rodeos antes de ir directo a las primeras peleas, sólo entras de lleno, precedido por una muy escueta explicación de los lineamientos. Lo que sigue es aprender y mejorar con entendimiento propio, al estilo de la vieja escuela.
Más allá, tú decides qué hacer, qué estrategia usar y en todo momento, haces lo que te venga en gana. Los resultados dependen completamente de tu habilidad, en lugar de alguna inteligencia artificial que trata de asistirte, sin mencionar que la estrategia real tiene sus recompensas. En principio es un deleite saber que ganaste un combate por mérito personal, pero, además, la única manera de vencer a las criaturas más desafiantes es dominar perfectamente las habilidades de cada personaje, saber el momento exacto en el que se debe hacer un cambio y la forma de contrarrestar cada ataque. En pocas palabras, la mecánica de Final Fantasy X es lo más refinado que pudo ofrecer la franquicia, en la que se consuma una sofisticación que en aquél entonces llegaba a su climax.
Respecto a la personalización, la mecánica de Final Fantasy X está construida sobre un gigantesco tablero de habilidades, denominado Sphere Grid, en el cual puedes invertir todo el AP que obtienes durante tus ajetreados viajes. Conseguir los puntos es relativamente fácil, pero conforme avanzas en la configuración del panel, requieres una cantidad mucho mayor, así que necesitas tomar decisiones cruciales antes de invertir lo que acumulaste durante varias horas. Por si fuera poco, esta reedición profundiza en dicho aspecto, con lo que las opciones para moldear a tus fantasiosos aventureros se amplían.
La narrativa sigue ostentando ese aire juvenil con tintes melodramáticos, envuelta de sucesos inesperados y revelaciones que hacia el final, como ya es costumbre, provoca una ambientación muy envolvente. Para algunos fans, revivir la historia de Yuna y su incansable conflicto contra Sin será una nostálgica delicia, para aquellos que juegan por primera vez será una interesante experiencia, pues el argumento se siente humano y las intenciones de los protagonistas suficientemente congruentes. Dicho lo anterior, el pecado de esta renovación es que modificó realmente poco el material original y se limitó a agregar algunos elementos nuevos al margen.
Por lo menos queda el consuelo de que tales novedades son relevantes. Eternal Calm, por ejemplo, es un corto cinemático que sirve como prólogo a X-2 y ayuda a conectar el argumento de los 2 juegos, mientras que Last Mission cierra definitivamente los sucesos de X-2 al trasladarte a un contexto ligeramente desfasado, pero atestado de información acerca de cada habitante de este mundo imaginario. Podría decirse que esta misión adicional es un extenso minijuego, tanto, que desecha las libertades para guiarte en una aventura independiente, basada estrictamente en misiones. Y es que aún si Final Fantasy X-2 tiene una naturaleza de objetivos específicos, siempre está la opción de elegir el orden y el ritmo al cumplirlos.
Claro, para adjudicarse el derecho de ser llamada remasterización, este título impone notables mejoras visuales en casi cada rincón de la experiencia de juego. Digo casi porque a pesar del esfuerzo del departamento creativo de Square Enix, hay momentos en que se nota la disparidad de atención al detalle. Las inconsistencias son especialmente notorias en los fondos de las zonas abiertas y en la mayoría de las ciudades, ya que mientras se dio un sustancial aumento de polígonos en rostros, texturas de vestimenta y armamento, muchos elementos siguen mostrándose en baja resolución. Otra falla está en los ojos de los personajes durante ciertos momentos, ya que el incremento de detalle denota la falta de expresividad; a veces parece que los protagonistas están absortos, cuando tendrían que mostrar algo de emoción.
Fuera de que no todo es perfecto, Final Fantasy X / X-2 HD Remaster es un caso ejemplar de lo que debe hacerse con una reedición. Hay quien esperaría cambios notables, mucho contenido nuevo y una experiencia completamente nueva, sin embargo, eso aniquila el propósito de este tipo de propuestas: remitirnos a una época de antaño, con apenas las actualizaciones audiovisuales necesarias para que se sienta como un juego vigente. Que el contenido no tenga la misma calidad de principio a fin depende más de las diferencias de tono entre X y X-2, que en el ingenio de Square Enix; algunos seguiremos desechando la secuela, para otros es el fanservice idóneo. Pero al final, la implementación de trofeos, las mejoras de musicalización, el contenido extra, además del cuidado y cariño puesto en esta remasterización, sin olvidar el tiempo que tomó concretarla, se resumen en que es un imprescindible para todo fan de Final Fantasy y de los JRPG.
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