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Keiji Inafune es un desarrollador excéntrico y en cada uno de sus juegos imprime esa peculiar personalidad; por eso, cuando se anunció que participaría en la realización de una nueva entrega de Ninja Gaiden, quedó claro que la franquicia daría un giro importante. Y es que Yaiba rompe con muchos de los convencionalismos de la saga de Ryu Hayabusa: el protagonista es un villano, la narrativa apuesta por la comicidad y el excesivo nivel de desafío fue abolido.
Si algo define a Ninja Gaiden, desde que nació, en la era de 8bits, es su brutal dificultad; casi todas las versiones lanzadas han apostado por combinar reto con una intrincada mecánica y es gracias a ello que los fans siguen enamorados del concepto. El tercer episodio de la actual generación dejó un pésimo precedente y tras atestiguar lo que se avecina con Yaiba, el panorama luce poco prometedor.
El sistema de combate es demasiado sencillo; basta con alternar entre 2 tipos de ataque y esquivar un poco para lograr resultados efectivos, agrega a eso un poco de precisión al momento de lanzar los golpes y te convertirás en auténtico maestro de las artes ninja. Dicho de otro modo, la curva de aprendizaje es mínima, algo que podría tomarse como una virtud en favor de aumentar el ritmo de la acción, pero lo que sucede en realidad es que acaba con la fluidez.
La dinámica de combos se vale de lanzar ciertos golpes en el momento preciso, lo que desencadena una animación especial en la que terminas arrancando extremidades; a simple vista luce espectacular, lamentablemente hay poca variedad y después de la tercera ocasión, se vuelve repetitivo, consecuencia de que todos los enemigos sean exactamente iguales. A diferencia de otras entregas de Ninja Gaiden, en Yaiba los oponentes son simple carne de cañón, pues caen rendidos con un par de ataques y aquellos que son más difíciles de vencer, sólo imponen desafío porque tienen más puntos de salud. Es desalentador, ya que en otras iteraciones de la franquicia cualquier enemigo representa un verdadero peligro y en esta, la inteligencia artificial es prácticamente nula.
Ahora bien, la virtud de Yaiba radica en su estética. Con estilo caricaturizado y una excelente dirección artística, el juego es un testamento de atractivo visual, pero ahí es donde acaba el encanto. Si acaso, lo interesante es que Yaiba Kamikaze padeció una humillante derrota ante Ryu y después de haber sido casi destazado y luego restituido con partes cibernéticas, el maléfico ninja quiere venganza. Curiosamente, la trama carece de tono sombrío y en vez de eso, apuesta por una perspectiva divertida que sigue la reciente tradición de los últimos juegos de Inafune. Hay una escena en la que un camión sale disparado contra el cartel de unas piernas femeninas, impactándose justo en el centro para luego estallar en un festival de luces; como ésta, hay numerosas referencias sólo en el demo, sobra decir que debe haber incontables en la versión final.
Por supuesto, la simpleza y bromas vulgares tienen su atractivo, pero eso no quita que Yaiba sea una parodia de Ninja Gaiden que podría enfadar a los fans. Sin duda será un juego al que hace falta ponerle más atención, después de todo, su creador es uno de los más prominentes de la industria japonesa y a la fecha, su trabajo no decepciona.
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