NOTA: esta reseña incluye SPOILERS de la campaña central de The Last of Us.

The Last of Us ofreció una experiencia excepcional en términos de narración y de mecánicas de juego, pero fue realmente uno de sus protagonistas, Ellie, el hilo conductor para su éxito. Me atrevo a decir que ella es la verdadera estrella, no por su papel durante la trama, sino debido a sus características: desde su personalidad y carácter hasta su actitud rebelde, su inocencia, curiosidad y fascinación por un mundo que desconocía. Después de todas las vivencias que se experimentan en la historia, aquel que la concluyó y no quedó cautivado con su encantador ser, no tiene emoción alguna.

Left Behind es una nueva oportunidad para indagar en la vida de Ellie. Se trata de una campaña que dura, aproximadamente, 2 horas y media y que permite explorar su pasado y su presente. En términos argumentales, el DLC tiene 2 objetivos: el primero es profundizar en su pasado para conocer por qué Riley, su mejor amiga, fue tan importante en su vida y por qué sintió tanta melancolía cuando la recordó en una de las conversaciones que sostuvo con Joel. El segundo está ligado con la campaña principal, pues explica cómo curó la grave herida que Joel sufrió en la Universidad del Este de Colorado.

La forma en que Naughty Dog presenta y resuelve ambas situaciones es sencilla, pero ingeniosa. La historia, en realidad, siempre acontece bajo el objetivo de salvar a un Joel que agoniza lentamente y que Ellie resguardó dentro de un centro comercial. Lo interesante es que dicho entorno es el mismo donde ella experimentó los momentos más importantes de su vida con Riley; así que, a modo de flashbacks, y sin la protagonista consciente de ellos, el DLC permite visitar dicho lugar en el pasado para una experiencia meramente narrativa y regresar constantemente al presente para una vivencia acentuada en el combate.

Mientras Ellie busca salvar la vida de Joel, las mecánicas de juego de la campaña principal permanecerán activas, incluido el sistema de crafting y la detección enemigos a través de las paredes (menos en la dificultad Survivor). No hay armas nuevas, pero regresan el arco, la pistola y la escopeta y tanto municiones como recursos para improvisar armamento, aunque algo limitados, difícilmente se agotan por completo. Ellie siempre estará sola en una versión del centro comercial azotada por una tormenta de nieve que se filtra dentro de las instalaciones debido a la corrosión y la destrucción que sufrió con el paso de los años. Bajo esa apariencia, en conjunto con la música de fondo para acentuar el suspenso y la idea de controlar a una niña que podría no tener la fuerza para defenderse de runners, clickers y sobrevivientes psicópatas, se crea por momentos una atmósfera tétrica y oscura.

Nuevamente es posible usar el sigilo para eludir cuartos repletos de enemigos, pero en Left Behind existen secciones completas donde se presentan tanto infectados como humanos al mismo tiempo, así que, a manera de atenuar situaciones difíciles y ahorrar recursos, es posible arrojar un ladrillo o una botella de vidrio con el fin de provocar que ambas variantes de enemigos se maten entre ellas o, por lo menos, para reducir el número de integrantes y así minimizar los enfrentamientos.

Todo lo anterior acontece en el presente, insisto, pero cuando los flashbacks remontan al pasado, la magia de Left Behind comienza a brillar. Aquí son la narrativa y la presencia de Riley como la compañera de Ellie las premisas por destacar. Como tal, no existe el combate; son sólo 2 niñas que, por una noche, se olvidan de que deben sobrevivir a un apocalipsis e irrumpen en una versión menos deplorable del centro comercial para divertirse.

La mayor parte del tiempo caminarán por los pasillos del establecimiento abandonado, conversarán para compartir lo que han vivido en los 45 días que no se vieron y, en algunos lugares, llevarán a cabo distintas actividades reflejadas en diversos minijuegos. Por ejemplo, arrojarán ladrillos a las ventanas de un par de autos para ver quién los rompe primero, jugarán a las escondidas mientras se disparan con pistolas de agua y usarán la imaginación para jugar en arcades rotas. Algunas actividades, así como ciertos diálogos, son botones interactivos y, en casos específicos, es posible decidir qué tan lejos llevar la interacción con éstos para profundizar en la historia de las 2 protagonistas.

Hay múltiples momentos de este tipo durante el tiempo en que ambas conviven; instantes divertidos, pero con una fuerte carga emocional que poco a poco fortalecen su relación, al punto en que el jugador por fin empieza a comprender por qué a Ellie le gusta contar chistes, por qué ama los cómics de Angel Knives, por qué muestra una gran fascinación por las arcades y, por supuesto, por qué se entristece tan marcadamente cuando habla con Joel sobre Riley.

Concretamente, lo que hace Left Behind es invitar al jugador a que entienda por qué Ellie no está dispuesta a que el trágico final de Riley ahora suceda con Joel, quien se volvió una persona importante en su vida tanto como lo fue su amiga.

Es dejar atrás, de una vez por todas, el pasado que la atormenta para concentrarse en el presente que tiene y que, por segunda vez, podría perder. El DLC quizá sólo dura un par de horas, sin embargo, resulta sorprendente cómo logra en tan breve lapso relatar una nueva historia sólida que, si bien se sabía cómo finalizaría desde que Naughty Dog la anunció, permite al usuario especular sobre una trama que posee una extraña mezcla de suspenso y alegría a la vez.

Para ser la primera experiencia single-player descargable en su historia, Naughty Dog hace un trabajo impecable y complementa un juego que parecía imposible de mejorar. Lo malo, si así podemos llamarlo, es que el estudio nuevamente nos dejó con ganas de más.