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La premisa de la serie de Katamari es sencilla: el Rey del Cosmos necesita estrellas para el universo, así que te manda a ti, su hijo, a hacer una bola gigante con todo lo que se pueda encontrar en el mundo. El centro de esta bola es tu Katamari, un objeto casi esférico al que se adhieren cosas que son más pequeñas y todos ellas se utilizarán para crear las estrellas.
Así es, la finalidad de Touch My Katamari es hacer una gran bola de basura. Esta saga es definida por todos los conceptos kitsch que te puedas imaginar, y todos los que se peguen a tu Katamari, que al principio sólo puede obtener fósforos y monedas, conforme va creciendo podrá agarrar personas y animales y con el tiempo puede absorber edificios y hasta continentes.
Katamari siempre es divertido y presenta todos sus conceptos de forma juguetona y exagerada; tiene una personalidad inigualable y un soundtrack difícil de sacar de la cabeza. Ahora la franquicia ha llegado al Vita y trae toda la locura a un formato táctil.
Cuando sale alguna secuela de un juego es común buscar las mejoras y nuevas mecánicas, todas esas cosas que lo hacen distinto de los demás títulos de la franquicia. En la saga de Katamari no hay mucho para donde ver, y no se necesita, sólo giras tu Katamari y reúnes objetos, con cambios mínimos a la principal mecánica de juego.
Touch My Katamari no hace mucho por alejarse de esa fórmula original, pero sí agrega un par de características nuevas que son mejoras que al principio parecen insignificantes, y terminan cambiando estrategias de juego y la forma en la que todos jugamos o tocamos al Katamari.
Puedes utilizar los controles clásicos en combinación con el touchpad trasero o utilizar las dos superficies táctiles, es tu decisión. La superficie touch trasera se usa para activar las nuevas mecánicas; si separas tus dedos en ella tu Katamari se alarga horizontalmente, si juntas los dos dedos se alargará verticalmente. Si tocas la superficie con los dos dedos volverá a su forma original.
Al principio los dos cambios suenan tontos, y tal vez el Katamari alargado a lo alto sea tonto, pues sólo sirve para meterse en lugares difíciles de alcanzar; aunque siendo justos, en niveles más adelantados te pedirán que avances sin tocar ciertos objetos y ahí es donde entra en acción esta función. Si usas el modo de Katamari largo horizontalmente se abrirá un nuevo mundo de posibilidades y después de varias iteraciones sin cambios, Touch My Katamari se convierte en un juego completamente distinto.
Controlar el Katamari con la pantalla táctil es sumamente difícil, es impreciso, al principio lo harás por la novedad y, sí, no lo niegues, por la emoción de poder tocarle al Katamari. Hay un punto en el que crees que puedes lidiar con la falta de precisión sólo para poder decir que controlar tu bola pegajosa es muy divertido, pero si controlas a Príncipe de esta forma entonces no podrás ver lo que sucede en el juego, y esa es la mitad de la diversión en este título: observar el caos y la destrucción que generas.
Entre otras novedades, que aseguramos son inútiles, está la posibilidad de vestir con ropa alterna no sólo al Príncipe, sino también al Rey del Cosmos. Esto puede ser divertido un par de veces, pero el tedio se abre paso pronto y te encuentras ante la necesidad de reunir todas las piezas de ropa alternas si quieres desbloquear el trofeo asociado.
El juego incluye otra historia aparte de la del Rey del Cosmos y su casi patológica necesidad de crear estrellas, la de un perdedor de tiempo completo que decide cambiar su vida, pero esa historia sólo agrega algunos hilarantes minutos al juego, ya que no es difícil completar todos los niveles. Claro, hará falta jugarlos más veces para poder obtener todo, en especial los trofeos, pero en cuestión de horas terminarás casi todo lo que se puede hacer en Touch My Katamari. Eso sí, es de los juegos más baratos del lanzamiento.
La música perdió algo de carisma y en el tema de la narrativa y los gráficos hay algo que no está exactamente bien, se nota que todo fue hecho por alguien ajeno a la franquicia, y mientras no están mal, tampoco son lo mismo. Es una sensación similar a la de cambiar el forro de tu sillón preferido, sabes que es el mismo, sigue siendo cómodo, pero hay algo que dejó de estar bien.
A pesar de ser poco el contenido de Touch My Katamari tiene suficiente diversión para varios meses, y eso es mucho más que los que muchos juegos de $60 USD pueden ofrecer. Las nuevas mecánicas son los primeros cambios que vemos en la franquicia en mucho tiempo, y por lo tanto, una oportunidad que ningún fanático de la franquicia puede pasar por alto, así que si nunca has jugado un Katamari, ya es hora de que lo hagas.
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