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Sin duda, Sekiro es de los juegos más difíciles que he jugado en mi vida, pero su magnífica ambientación, variedad de enemigos, sensación de maravilla y descubrimiento y su sistema de batalla adictivo no me permiten separarme de él y me hacen enamorarme cada vez más con cada cuarto, cada cueva y cada templo que descubro. Sekiro es la más reciente entrega del desarrollador FromSoftware responsables de la serie de Dark Souls y Bloodborne y me atrevo a decir que, a pesar de que sus juegos pasados son joyas, éste es su mejor trabajo hasta el momento. Al parecer, tantos años de práctica hicieron que el estudio puliera sus habilidades casi a la perfección sin perder una gota de creatividad en el proceso, gracias a lo que lograron crear uno de los mejores títulos de la década.
La historia se desarrolla en el periodo Sengoku del Japón medieval de finales del Siglo XVI y en él tomas el rol de un Shinobi que fue dado por muerto después de perder un brazo y ahora debe encontrar a su amo quien está desaparecido. A diferencia de las demás entregas de FromSoftware la historia de Sekiro no está escondida en las descripciones de objetos que encuentras por el mundo o contada misteriosamente por gente extraña que te dice cosas inentendibles. En este caso la historia tiene una línea definida y es contada mediante escenas cinemáticas que no son muchas, pero que ayudan a darle sentido a la trama. Cada personaje tiene líneas de diálogo comprensibles que te ayudan a adentrarte en la historia. El juego cuenta con varias opciones de lenguaje, así que puedes escucharlo en japonés, inglés o castellano si así lo prefieres, aunque yo lo recomiendo en su idioma original con subtítulos para acentuar el sentimiento.
"Sekiro es un clásico instantáneo"
Como lo mencionaba al inicio, las ambientaciones están muy bien logradas y van variando y sorprendiéndote con cada lugar que descubres. Al principio podría parecer que siempre estarás en el mismo frío Japón medieval, pero conforme avanzas descubrirás nuevos lugares que van desde increíbles templos shaolin hasta lugares pesados, oscuros y tétricos que no le piden nada a un título de Survival Horror. Este es uno de mis aspectos favoritos de Sekiro y varias veces me encontré caminando lento y volteando a todos lados para saborear el momento. Todo lo anterior es acentuado por la dirección de arte que minimiza las debilidades del motor gráfico y realmente logra realzar todo el aspecto visual del juego de manera increíble, sobre todo en cuevas oscuras y en lugares con iluminación directa.
Pero ¿qué sería de un juego de este estilo sin un buen sistema de combate? En este apartado, Sekiro también brilla con un estilo muy bien pulido que tardarás en dominar pero que es satisfactorio en cada paso del camino. Si has jugado todos los soulsborne y crees que estás preparado para Sekiro, te espera una agradable sorpresa, pues el modo de pelea es diferente al resto ya que aquí no podrás matar a todos dando maromas y pegándoles por la espalda, sino que en Sekiro rechazar el ataque de tus contrincantes es vital para la victoria. Este movimiento llamado Parry es esencial y consiste en poner la defensa en el exacto momento en que recibes el ataque para ir rompiendo poco a poco el balance de tus contrincantes y darles un golpe fulminante que los elimine. Esto no sólo ayuda en la pelea, sino que en ocasiones es la única forma para derrotar algunos enemigos. Este simple hecho añade otra dimensión al juego y lo hace muy diferente y variado, pues el combate no sólo se trata de bajar la vida de tus oponentes, sino de romperles la defensa al mismo tiempo. ¡Pero no todo acaba aquí! Tus enemigos tienen ciertos movimientos que no puedes bloquear con el simple botón de defensa y tendrás que usar el botón de salto o de esquivar para poder evitarlos. Esto agrega otra capa de dificultad y así no te limitas a estar rechazando, sino a estar atento a golpes a los que debes reaccionar en una milésima de segundo o sufrir uno extremadamente fuerte. Todos estos elementos hacen que Sekiro sea un juego muy difícil, aunque nunca injusto, al grado de que será inalcanzable para muchos jugadores, pero que recompensará a quienes tengan la perseverancia para volverse buenos y prevalecer. No hay nada mejor que matar a un enemigo que llevabas horas intentando vencer y sentir esa descarga de serotonina y dopamina por todo el cuerpo.
Para ayudarte en la pelea podrás usar un brazo prostético que es posible agregar modificaciones para lanzar llamas, usar un hacha que saca de balance a tus contrincantes, lanzar shurikens o muchas cosas más. Estas habilidades cuestan emblemas de espíritu que recolectas en el mapa cada vez que derrotas enemigos o que puedes comprar. Recomiendo comprar cientos de estos emblemas porque algunas de las habilidades que brindan son necesarias para matar a ciertos enemigos y las usarás una y otra vez siempre que lo intentes y mueras.
La curva de aprendizaje de Sekiro puede ser muy violenta y en ocasiones estarás matando enemigos sin problema para después enfrentar a un jefe que será simplemente imposible matar con tu nivel actual; inclusive quizá ni siquiera sea un jefe como tal, sino un enemigo común que toma toda tu habilidad y te la avienta en la cara mientras se burla de ti. También puede ser que estés haciendo algo de experiencia con un grupo de enemigos que ya conoces y cometas un simple error que te cuesta la vida, lo que te obliga a estar atento hasta en toda pelea. Afortunadamente, el combate cuerpo a cuerpo no es tu única opción, también está el sigilo, que a veces es totalmente necesario para dar un golpe muy fuerte a tu oponente y bajarle la mitad de la vida o matarlo. Lo malo es que esto no es posible con todos los enemigos y hay jefes que saben dónde estás desde antes que los veas y tendrás que pelear con ellos con su vida al máximo desde el principio. En ocasiones esto raya en la frustración, pues te matan de 1 o 2 golpes, no sabrás qué hacer y lo intentarás mil veces, sólo para darte por vencido 4 horas después y buscar qué más puedes hacer en el mundo para ser más poderoso.
Esto me lleva al casi impecable excelente diseño de niveles. El mapa del mundo de Sekiro está interconectado e irás abriendo atajos que te harán más fácil la navegación. En el mundo podrás correr o impulsarte a lugares casi inaccesibles con una cuerda atada a tu brazo prostético. Pero este sistema, que de otro modo sería perfecto, tiene un pequeño problema y es que muchas de las partes transitorias están escondidas y a veces estarás dando vueltas por todos lados sin saber a dónde ir porque no viste un pequeñísimo hoyo en la pared o en un lugar remoto casi invisible del que podías colgarte y que abre toda una parte esencial del mapa.
Esto puede llegar a ser frustrante, en especial si estás con un enemigo que no te deja pasar y crees que ese es tu único camino disponible. De hecho, en una ocasión verás que uno de estos lugares está justo arriba de un jefe que te mata de un solo golpe y que evitas por miedo, así que es fácil no verlo. Debido a esto a veces no sabrás bien a dónde ir y recorrerás el mundo desde el principio escudriñando cada rincón para ver si no omitiste algo. No digo que el juego debería tener apuntadores que te digan a dónde tienes que ir para avanzar, pero sí podría ser un poquito más claro y no esconderlos tanto. Afortunadamente, una vez que encuentras estos lugares no es forzoso pasar por ahí otra vez debido a que el juego tiene fast travel y cuando desbloqueas un punto de guardado, puedes regresar a él cuando quieras.Otro pequeño defecto del diseño de niveles es que a veces las peleas con jefes son una tras otra, así que apenas estás celebrando que mataste a un enemigo muy difícil y quieres explorar lo que acabas de desbloquear cuando tienes que pelear contra otro jefe, pero esta vez más difícil. Esto pasa muy pocas veces y, por lo general, logras tener respiros de exploración y combate más simple, pero es algo que está presente y que hay que mencionar.
Por supuesto, siendo de FromSoftware, Sekiro castiga tu fracaso de forma diferente al resto de los juegos y es particularmente cruel, pues al morir no dejas tu progreso tirado para después regresar por él, sino que ¡pierdes la mitad de tu experiencia y tu dinero! Por fortuna, puedes revivir una vez después de tu primera muerte, de ahí el subtítulo “Shadows Die Twice”, pero muchas veces esto no será suficiente y regresarás a tu último punto de guardado, pero sólo con la mitad de tus bienes. Esto puede llegar a ser desalentador si estás en una pelea difícil de la nada o si no gastaste experiencia y dinero antes de entrar con un jefe. Por todo esto, recomiendo ampliamente que uses todo siempre que puedas.
Para evitar perder la mitad de tus bienes cuando mueres existe una mecánica llamada “Ayuda invisible”. Este beneficio tiene un porcentaje de probabilidades de ocurrir que va bajando conforme mueres, y debido a que morir es algo que harás cientos de veces, casi siempre está en el punto más bajo. En realidad, no sentí que esta mecánica estuviera muy bien implementada y preferí ni siquiera hacerle caso y asumir que siempre perdería todo si moría.
Esto me lleva al sistema de progresión, que en Sekiro es un poco raro y definitivamente no es mi parte favorita. Al matar a cada enemigo recibes un poco de experiencia y al acumular la suficiente, ésta sube un nivel. Podrás gastar estos niveles en un árbol de habilidades que te ayudan a ser mejor en combate mediante nuevos movimientos y aptitudes. El problema es que cada vez necesitas más experiencia y cuando mueres la pierdes, lo que dificulta que puedas hacerte más fuerte si el juego te está costando trabajo y estás muriendo constantemente.
En el apartado de sonido, Sekiro hace un trabajo excepcional. Los efectos de sonido son poderosos cuando deben serlo y sutiles cuando así lo exige la situación. Hacer un golpe fulminante desata un sonido fuerte y contundente que lo acompaña a la perfección, mientras que estar en una cueva solitaria tiene un sonido de ambientación bien implementado. La música está bien compuesta y, a pesar de no llegar al nivel del primer Dark Souls, cumple su función perfectamente bien e incluso da escalofríos en ciertas partes del juego.
En conclusión, Sekiro es un clásico instantáneo que no sólo debes jugar si eres fan de la saga Soulsborne, también es un excelente juego para cualquiera que busque un juego retador que no lo lleve de la mano por todos lados y que recompense su perseverancia con mundos llenos de creatividad y enemigos imaginativos y un combate bien diseñado.
Sin temor a equivocarme puedo decir que Sekiro no sólo es de los mejores títulos de esta generación, sino que es uno de los mejores que hemos visto en muchos años y que será recordado como una de las grandes joyas de la década.
Definitivamente, Sekiro es una obra maestra que se convirtió inmediatamente en uno de mis juegos favoritos de toda la vida que me hizo recordar por qué amo los videojuegos.
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