Doom 3: Bienvenidos al infierno

Qué tal chic@s levelupanos, ya tiene bastante tiempo que no escribo por aquí. Hoy quiero compartirles un pequeño escrito que escribí en un blog en el que estoy colaborando, espero que sea de su agrado.

En algún momento de 1993, id Software creo uno de los juegos que marcó a toda una generación de videojugadores y se convirtió en el máximo referente dentro del género First Person Shooter, Doom. Es cierto que Wolfenstein fue una de las primeras obras del estudio y asombró a muchos en su época, pero Doom se quedó en la mente de todos gracias a su estilo de juego lleno de acción, en el que enfrentábamos a las hordas provenientes del inferno con un amplio arsenal y, sobre todo, por su alto nivel de violencia, algo que llegó a alterar a los grupos más conservadores y a una que otra mamá.

Pero eso no le impidió en convertirse en un clásico y con la llegada de la nueva entrega a la vuelta de la esquina, todos andan abordo del tren del hype. Algunos lo esperan con ansias, mientras que otros han perdido interés porque no se parece en nada al original, pero lo juzgaremos en otro momento, por lo que hoy les hablaré de un título muy especial dentro de la franquicia, Doom 3, que revivió la euforia de los fans después de una larga ausencia.

La historia, al igual que el título original, se desarrolla en un futuro lejano donde la humanidad ha logrado colonizar Marte y nos ponemos en los zapatos de un marine que acababa de llegar al planeta rojo. Dentro de las instalaciones se llevó a cabo un experimento para mejorar el sistema de teletransportación; todo parecía estar en orden, pero algo salió mal, uno de los científicos detrás de la prueba tenía otros planes y abrió un portal al infierno, permitiendo la entrada a creaturas horripilantes que arrasan con todo lo que esté a su paso y Doomguy (bautizado así ya que en ningún momento nos dicen su verdadero nombre) deberá evitar que logren llegar a la tierra mediante los portales.

Id Software, como creador de esta icónica franquicia, estuvo a cargo de Doom 3 y fue publicado por Activision en 2004 para PC y un año después salió para Xbox. En términos generales, conserva la esencia de las primeras entregas: cuenta con enormes niveles donde nos abrimos camino a base de disparos, encontraremos una amplia variedad de armas como rifles de asalto, escopetas, motosierras (¿quién usa esto en Marte?) hasta la emblemática BFG. Algo que me llamó mucho la atención en ese entonces, además de nuestro extravagante arsenal para acabar con los demonios, es que siempre llevamos una linterna, útil para secciones muy oscuras.

Uno dudaría de la presencia de este pequeño instrumento, en especial porque Doom se trata de matar a todo lo que se mueva de una forma violenta, pero tiene un por qué y va de la mano con una característica que le dio más personalidad a Doom 3: el horror. Id Software quiso alejarse un poco de la acción desenfrenada que caracterizaba a la franquicia para incluir elementos de Survival Horror, algo que le quedó como anillo al dedo.

Y es donde la inclusión de lámpara se pone interesante, porque tenías que elegir entre llevar tu arma o iluminar tu camino, no podías hacer ambas cosas al mismo tiempo. La lámpara es importante a lo largo del juego, pero usarla implicaba ser vulnerable ante los ataques enemigos; a eso había que sumarle que Doom 3 no contaba con regeneración automática, algo muy común en los juegos actuales, lo que aumentaba la tensión en los momentos difíciles.

El Survival Horror también estuvo presente dentro del diseño de los niveles. La instalación ubicada en el planeta rojo está compuesta por pasillos oscuros y llenos de muerte, donde los demonios esperan ansiosos por acabar contigo, todo dentro de una ambientación aterradora que te pondrá los pelos de punta. Bueno, no tanto así, pero el estudio hizo un buen trabajo con la atmósfera del juego, con detalles como los cadáveres que fueron víctimas de los demonios, los mensajes de desesperación escritos con sangre y los enemigos perfectamente colocados para que te den el susto de tu vida.

Pero la cereza del pastel es, precisamente, su temática infernal. El infierno siempre ha estado presente dentro de la franquicia, es algo que siempre le ha dado una identidad y claro, ¿a quién no le gusta llenar de plomo a los horrendos pero geniales demonios? Gracias a los avances tecnológicos, id Software logró crear una atmósfera mucho más terrorífica, con voces gritando de agonía, risas macabras que te helaban la sangre y los susurros detrás de ti. Incluso había momentos en los que éramos transportados al mismísimo infierno, que no sólo era una asombrosa locación de pesadilla, también complicaba la situación porque los enemigos eran mucho más fuertes.

Me pareció interesante ver cómo el equipo de desarrollo tomó el riesgo de incluir una narrativa, en especial porque la naturaleza de Doom no le permite tener una historia como tal. La premisa del héroe que debe evitar que el mal triunfe al final del día es algo que hemos visto en muchas ocasiones y es bastante simple, pero esto no es necesariamente malo. Incluso podemos encontrar bitácoras escritas y auditivas que nos cuentan la vida habitual de los trabajadores antes de que los demonios se apoderaran de las instalaciones, lo cual enriquece la experiencia del juego.

Quizás no recibió premios, pero fue bien recibido por la crítica por su ambientación, la novedad de su motor gráfico y la solidez de su jugabilidad. Id Software tomó un riesgo muy grande al cambiar un poco la esencia del juego, pero al final resultó en algo positivo y le sentó muy bien. Pero sobre todo, fue el regreso triunfal de una de las franquicias más queridas por parte de los videojugadores más veteranos. Actualmente existe una versión remasterizada conocida como BFG Edition con mejoras gráficas y la inclusión de la expansión Resurrection of evil; aunque muchos estuvieron un poco inconformes, ya que la mecánica de la lámpara fue hecha a un lado para integrarla a las armas, quitándole un poco esa tensión que muchos experimentaron en el juego original.

No fue una reinvención como tal, pero fue un juego que disfruté mucho y que también me pegó algunos sustos. Pienso que Doom 3 es la prueba perfecta del amor que id Software siente por esta franquicia y un claro ejemplo de que los clásicos nunca mueren. Como mencioné al principio, el nuevo Doom está cerca y hay opiniones divididas, pero si tienen la oportunidad, les recomiendo jugar esta pequeña joya de los FPS.